Estambul en una escala.
Estambul es una ciudad que siempre hemos tenido en nuestra «bucket list» para pasar algunos días. Una escala de 22 horas nos brindó la oportunidad de conocerla, así que en una escala de camino a Nueva Delhi, pudimos cumplir ese deseo. En este post, vais a poder leer consejos para conocer Estambul en una escala.
Estambul es la única ciudad del mundo que se asienta sobre dos continentes: Europa y Asia. De hecho, ha sido punto estratégico para muchas civilizaciones, desde el imperio romano de Oriente, de Bizancio y del imperio Otomano. También es un punto estratégico para muchas aerolíneas, pero sobre todo para la Turkish Airlines, que nos conecta con buena parte de Asia.
Stop-over.
Últimamente, algunas aerolíneas están poniendo de moda hacer una breve parada en ciudades que enlazan con otros destinos. Por poner un ejemplo, Air TAP (Portugal), suele ofertarlo para conocer Lisboa, ya que desde allí la misma aerolínea conecta con otros destinos. Nosotros hicimos lo mismo en Estambul.
Si al comprar el vuelo con escala en Estambul, tenéis una parada de más de 1o horas, la aerolínea os compensa con una noche de Hotel o con un Tour para conocer Estambul -siempre que no haya otro vuelo antes de esas 10 horas de la misma aerolínea a vuestro destino-.
En nuestro caso, buscamos a propósito los vuelos con más horas de escala, teniendo la oportunidad de hacer una escala más corta (de unas 5 horas), pero desestimamos esa opción ya que queríamos aprovechar la parada para conocer Estambul en una escala -en nuestro caso, de casi 24 horas-. Así que fuimos plenamente conscientes de que tendríamos que pagar nuestra noche de Hotel.
Maleta de mano.
Como el equipaje grande iba directamente a Nueva Delhi, nos preocupamos de preparar una maleta de mano con ropa de cambio para disfrutar de nuestra escala en Estambul de la forma más cómoda.
Nuestras expectativas eran altas, pero no sabíamos que nuestro paso por la ciudad de los miles colores y sabores nos iba a dejar fascinados por la riqueza y diversidad cultural que nos ofreció, en apenas unas horas.
Nuestra llegada a Estambul.
Nuestro vuelo aterrizaba a las 22,00 h. de un Viernes en el aeropuerto de Attaturk.
Previamente ya habíamos hecho nuestros deberes, llevando impreso nuestro visado On-line que gestionamos en esta página. Así que en el control de pasaportes, pasamos directamente al mostrador de e-visa sin tener que hacer colas para pagarlo in-situ, que hubiera sido otra opción. El visado para Turquía nos costó 18,66 euros cada uno.

Web para tramitar el visado on-line, o e-Visa.
Antes de salir del aeropuerto, cambiamos algo de dinero para el metro y poco más (creo recordar que unos 15 euros), ya que sabíamos que el cambio en Estambul nos iba a salir mucho mejor.
Cogimos la línea roja del metro desde el aeropuerto hacia nuestro Hotel, que estaba a solamente una parada: desde Havalimani (Aeropuerto) a D.T.M. Istanbul Fuar Merkezi. Como habíamos cenado en el vuelo, compramos agua y unos snacks en un Quiosco a la salida del metro. Nos situamos un poco y fuimos caminando unos 5 minutos. Una vez allí, hicimos el check-in en el WOW airport Hotel y a descansar.

Mapa de metro y tranvía de Estambul.
Qué ver en Estambul en una escala.
El despertador sonó temprano. Nuestro vuelo salía a las 20.00 del sábado noche y queríamos aprovechar el día al máximo. Teníamos el desayuno incluido, así que nos dimos una buena ducha y bajamos a recargar energía al máximo. Hicimos el Check-out y pedimos dejar las maletas en la consigna del hotel. Con el planning en la mano, nos pusimos en marcha.
Llegamos a la boca de metro, y un vigilante nos ayudó con la recarga de la tarjeta que compramos en las máquinas del aeropuerto. Solamente tuvimos que hacer un transbordo, desde la línea roja a la línea de tram (azul) que nos llevaría a Sultanahmet.
En unos 40 minutos llegamos a Sultanahmet, y empezamos a no dar abasto, ya que en unos pocos metros cuadrados se encuentran algunas de las mayores atracciones de Estambul. A continuación os dejo todo lo que pudimos ver en Estambul en una escala.
Los imperdibles:
- Mezquita Azul (Sultan Ahmet Camii).
- Santa Sofía (Aya Sofía).
- Basílica cisterna o Cisternas Yerebatan (Yerebatan Sarnici)
- Palacio de Topkapi (Topkapi Sarayi).
- Bazar de las especias (Misir Carsisi)
- Mezquita nueva (Yeni Camii).
- Visitas al Bósforo y Torre Gálata desde el puerto de Eminönü.
- Gran Bazar.
Mezquita Azul (Sultan Ahmet Camii).
Empezamos por la Mezquita Azul, todavía estaba cerrada cuando llegamos -abrían a las 8,30-. Apenas una grupo de japoneses y nosotros.

La Mezquita Azul a primera hora de la mañana.
Los empleados de jardines limpiaban el suelo con la manguera a presión y mientras estábamos esperando, nos invadió un olor a tierra mojada que nos hizo sentir que estábamos allí de verdad.

Mientras esperamos, vemos donde los musulmanes hacen el lavado de pies para entrar a la mezquita.
La mezquita tenía unos andamios por fuera, pero nos temíamos lo peor… y acertamos. También estaba en obras por dentro y a pesar de ser la mezquita más grande de Estambul, no pudimos ver el color azul y verde de los mosaicos que decoran la parte superior y las cúpulas que tanto la caracterizan.

Este era el aspecto de la zona central de la Mezquita Azul… La bóveda central tapada por andamios.

Un mural con una foto aérea a la entrada de la Mezquita, nos hace ver la majestuosidad de la misma.
Santa Sofía (Aya Sofía).
Después de la desilusión de la Mezquita azul, nos plantamos en la cola para ver la basílica de Santa Sofía, denominada Museo Aya Sofía.

Maravillosa Basílica de Santa Sofía con la luz de la mañana.
Todavía no estaba abierta, así que tuvimos que esperar un poco. Mientras hacíamos la cola se nos ofrecieron varios guías oficiales para una visita guiada. Y aunque nos encantan las visitas guiadas, al final desestimamos la opción porque llevábamos nuestra guía y queríamos ir a nuestro ritmo -que esta vez, iba a ser muy rápido-.

Impresionados con las bóvedas de la Basílica.
Pagamos las entradas (40 liras turcas cada una), que eran un poco más baratas si pagábamos con tarjeta. Tampoco habíamos cambiado nada en efectivo, y nos vino bien.

Vistas del tejado de la Mezquita Azul desde Santa Sofía.
Para nuestra sorpresa, la basílica también tenía un andamio en su interior, por lo que nos quedamos con las ganas de mirar hacia arriba y ver un cúpula libre de andamios, en toda su majestuosidad.

Aya Sofía, con un andamio en su interior.
Aún así, nos quedamos sorprendidos por esta gran obra maestra. Construida en el año 537, tiene gran importancia en la historia de la arquitectura por ser la primera construcción de base cuadrada de este tamaño. De hecho, es la cuarta iglesia con una área cubierta más grande del mundo, después de San Pablo en Londres, San Pedro en Roma y el Duomo de Milán.

Un gatito dentro de la basílica, también provocó la atención de muchos visitantes.
Basílica cisterna o Cisternas Yerebatan (Yerebatan Sarnici).
Nos costó encontrarla, ya que la entrada es muy discreta y no nos podíamos imaginar que esta maravilla se iba a encontrar allí. Pagamos 20 liras turcas cada uno, y entramos.
Esta cisterna, es la más grande de las 60 que fueron construidas en época Bizantina, y está justo delante de Aya Sofía. En aquella época, como no había suficiente agua dentro de las murallas, la traían desde los bosques de Belgrado y la almacenaban en estos espacios. De esta manera, también se protegían durante los asedios, cuando los enemigos destruían los acueductos o envenenaban el agua.

Increíble la cisterna Yerebatan. Nos dejó sin palabras.
Cuando bajamos las escaleras, la iluminación, con la música clásica y el ambiente místico que se respiraba, hizo que se nos pusieran los pelos de punta. Con esa sensación llegamos hasta el final, donde encontramos las columnas cuyas bases están esculpidas de manera que reposan sobre dos misteriosas cabezas de medusa.

Columna con la cabeza de medusa.
También recordamos la escena que aparece en la película de «El Código Da Vinci». Sin duda, una de las visitas que no os dejará indiferente.
Palacio de Topkapi (Topkapi Sarayi).
Después de visitar la cisterna, nos dirigimos al Palacio de Topkapi. Dicen que para ver todo el palacio, podríamos haber invertido casi un día. Como iba a ser una visita exprés a la ciudad lo quitamos de la lista, pero paseamos por los jardines que están alrededor. Es verdad que podríamos haber entrado para dar una vuelta rápida, y así hacernos una idea, pero como teníamos pensado volver -¡algún día…!-, lo dejamos en el tintero.

Parque Gülhane, a las faldas del Palacio Topkapi.
Bazar de las especias (Misir Carsisi).
Después de pasear por los alrededores del Palacio de Topkapi, nos dirigimos hacia el muelle de Eminönü, donde justo enfrente del Puente de Gálata, se encuentra el Bazar de las especias, o también conocido como el Bazar Egipcio por ser el lugar donde se vendían las especias traídas de Egipto durante la época Otomana.

En esta tienda compramos unos dátiles y unos albaricoques secos. ¡Nos atendieron genial!
El bazar alberga 97 tiendas -no las contamos, pero venía en nuestra guía- y se construyó en el año 1660. Aparte de las especias, podéis encontrar quesos, mermeladas, fruta deshidratada y frutos secos, lokum (delicias turcas), esponjas naturales y perfumes. Imposible no comprar.

Imposible no comprar, con estos escaparates.
Mezquita nueva (Yeni Camii).
Justo al salir del bazar de las especias, nos encontramos con la Mezquita Nueva. Tiene el título de ser la mezquita cuya edificación duró más que ninguna otra. La mezquita mantiene una exquisita armonía entre las cúpulas y su forma piramidal, de manera que parece que se elevaba hacia el cielo. Aunque también estaba en proceso de restauración, no dudamos en entrar.

Sí, también estaba en proceso de restauración.
Visitas al Bósforo y Torre Gálata desde el puerto de Eminönü.
Después de la visita a la Mezquita Nueva, cruzamos la carretera -toda una aventura- para acercarnos al muelle. Desde allí queríamos divisar la orilla asiática y el puente que tantos proyectos llevó a cabo, para unir los dos lados del Cuerno de Oro. Dicen que uno de esos proyectos para unir los dos extremos fue ofrecido al sultán por el mismísimo Leonardo da Vinci.

Vistas del lado asiático, predominando la Torre Gálata sobre la espectacular perspectiva.
Gran Bazar
Bajando por la Calle Mahmutpasa Yokusu, nos dirigimos hacia el Gran Bazar.

Calle Mahmutpasa Yokusu, de camino hacia el Gran Bazar.
Por la misma calle, nos desviamos un poco para visitar la Mezquita de Sokullu Mehmet Pasa (Sokullu Mehmet Pasa Camii), un edificio construido sobre una colina de pronunciada pendiente, uno de los más hermosos ejemplos de la arquitectura sinan. Después de la visita, seguimos hacia el Gran Bazar.
No os podéis ir de Estambul sin entrar a regatear en algún comercio del mercado más grande de Turquía, y uno de los más variados mercados del mundo. El lugar perfecto para llevaros un recuerdo de Estambul.

¡Claro que compramos en el Gran Bazar!
Al salir del Gran bazar, tropezamos con otra mezquita, Nurosmaniye Camii, también entramos a verla.

Mezquita Nurosmaniye, también muy bonita… al menos, sin andamios.
De momento, nos dimos cuenta de que eran casi las 15:00 de la tarde, y todavía no habíamos parado a comer. Encontramos un sitio súper auténtico, donde locales y extranjeros ocupábamos el restaurante a partes iguales. Intentamos recordar el nombre, pero sólo os podemos decir que estaba en la zona de Sultanahmet, y que nos costó súper barato, en concreto 50 liras turcas. Comimos con mucha calma, y con el estómago lleno salimos a dar un paseo de nuevo por el parque de Sultanahmet, donde compramos unos helados por 3o TL y algún que otro souvenir.
Nos sentamos a ver la gente pasar, mientras tomábamos los helados. Hacemos unas últimas fotos con una luz distinta a la de esa mañana.
De repente empezamos a echar cuentas del tiempo que nos quedaba, y nos entró un poco la «neura» de llegar pronto al aeropuerto.
El aeropueto de Atatürk tiene un montón de conexiones y muchas veces es difícil avanzar por los controles de seguridad y en las colas de acceso a la Terminal de salidas.
Al final, decidimos hacer caso a nuestro sentido común, porque también teníamos que volver al Hotel a por nuestras maletas y así, tener la oportunidad de asearnos un poco. Tomamos algo en el Hotel mientras esperábamos a que nos llevasen al aeropuerto con el servicio gratuito que nos ofrecía el WOW airport Hotel.
Una vez en el aeropuerto, la cola de la gente salía por la puerta del edificio principal. Como fuimos precavidos, pasamos los controles y todavía nos sobró tiempo para sentarnos en el Starbucks a hacer balance del día.
Nos faltó la visita a un Hammam Turco, hubiera sido la guinda del pastel. La verdad es que en ese momento ya teníamos la cabeza puesta en India pero estábamos súper emocionados con lo que nos brindó, por unas horas, la ciudad de Estambul.
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